lunes, 23 de noviembre de 2015

LEONES IBEROS DE MENTESA

La necrópolis ibérica de La Guardia de Jaén. Fragmentos escultóricos
Antonio Blanco Freijeiro
BIEG Nº 22, Pgs. 121-123. 1955

Los ejemplos que el nuevo yacimiento de La Guardia nos ofrece, invitan a repasar brevemente el problema, intrincado y difícil, de esta curiosa manifestación de la escultura antigua, que son los leones del Mediodía. El mapa de hallazgos rebasa los confines de la Bética y se extiende por el litoral ibérico hasta Sagunto. Pero el foco radica en el Sudeste y en la Alta Andalucía, sobre todo en las provincias de Jaén y Córdoba, las más ricas en número y variedad de ejemplares. Esta circunstancia hace pensar que el fenómeno cultural representado por estos leones no es el mismo que el de la escultura ibérica levantina, nacida bajo los efectos de una manifiesta influencia griega, sino algo espacial que se produce en otro campo y que obedece probablemente a otras causas.

León Ibero que se conserva en el Ayuntamiento
Hemos de tener en cuenta que cualquiera que sea su origen, el león era para los íberos un animal nunca visto, legendario, del que sólo se conocían relatos y figuras importadas por gentes de fuera. No debe extrañar, por tanto, que las representaciones sean a veces muy poco correctas y que con los rasgos del león se mezclen los del lobo y aún quizá los del oso. Este alejamiento del natural, se produce también en Etruria y en Grecia, por lo que se ha generalizado entre arqueólogos el término convencional de pantera aplicado a los felinos sin crin de la cerámica protocorintia, a los del frontón de Corfú y a otros muchos de filiación insegura. Entre nosotros el término león es ya tan familiar, que no merece la pena proponer denominaciones menos comprometedoras, ni recurrir al “carnicero” que traduce el carnassier de los franceses. Por añadidura, el término se ajusta seguramente a lo que los escultores antiguos se propusieron representar en la mayoría de los casos.


Una de las cosas de que podemos estar seguros, en cuanto a estos leones se refiere, es que no son manifestaciones de la escultura provincial romana. Si alguna vez se ha propuesto esta filiación, los datos con que hoy contamos, obligan a rectificarla y a remontar su origen a los siglos V-IV a. C., cuando menos. Análoga certidumbre podemos tener de que se trata de un fenómeno mediterráneo que en la cuenca oriental de nuestro mar alcanza difusión plena en la época orientalizante y en la occidental tiene enclaves en Etruria, Magna Gracia, Sicilia y las regiones de nuestra Península ya señaladas. El carácter especial de la penetración de los leones entre los celtas de la Provenza y de Centroeuropa, nos exime de vincularlos directamente al proceso cuyas líneas vamos a seguir.


Fragmento de león ibero. Solo se conserva la parte trasera. La cabeza, que se encontraba también en el lugar donde apareció esta parte, luego se “perdió”. Procede de la excavación del campo de futbol, en las Eras de San Sebastián. Colección privada de Manuel Espinosa.






En los albores del arte oriental, cuando la plástica se hallaba confinada en el microcosmos de los juguetes de hueso y de barro, sumerios y egipcios crean dos versiones del rey de los animales que estaban llamadas a disfrutar de larga y afortunada existencia. En su versión mesopotámica, el león, aunque tendido, se dispone al ataque, abre sus fauces en un rugido amenazador y contrae sus músculos para el salto; en la versión egipcia, el león está tranquilo, con la boca cerrada, la musculatura distendida, una imagen de la majestad serena. La potencia expansiva del arte mesopotámico proporcionó a sus leones una difusión incomparablemente mayor que la de los egipcios. Siria, los hititas, Asiria, Fenicia y Persia adoptarán los tipos mesopotámicos, en los que la agresividad era carácter dominante y les darán nueva vida a lo largo de un milenio. Los vástagos que nos interesan en este contexto, no son los leones de las animadas cacerías asirias, sino que los vinculados a la arquitectura actúan como guardianes de templos, tumbas y residencias: los leones del sarcófago de Ahiram, leones de los bit-hilani asirio-hititas, leones chipriotas y cretenses que fueron los modelos directos de los griegos. Las esculturas sirio-hititas de leones, tienen varios puntos de contacto con los leones ibéricos: su actitud y ciertos detalles que se repiten constantemente: las orejas dirigidas hacia atrás, la boca abierta con la lengua fuera, los pliegues del labio superior retraído, que también aparecen reiteradamente en los leones chipriotas y etruscos. Aunque sea difícil de probar esta hipótesis, cabría considerar esta manifestación escultórica del mediodía español como una faceta más del arte orientalizante. Ignoramos cuales fueron los vehículos de esta influencia. 


León Ibero hallado en Castulo
Hay leones en los marfiles de Carmona; en bronces como el vaso de Valdegamas y el del Museo Lázaro-Galdiano; pudo haberlos también en estatuillas de alabastro como la de Galera; quedan restos de algunos en las tapaderas de las urnas cinerarias de piedra de la misma Galera. Pero todo esto resultaba insuficiente hasta que hace poco ha surgido un nuevo documento de mucho interés: una cabecita de león, de oro, hallada en las márgenes del Jándula y que damos a conocer en AEArq. de 1959. Su importancia radica, por una parte, en que pertenece a un tipo de joyas frecuente en el Mediterráneo oriental, y fechable con seguridad hacia el año 600 a. C.; por otra, en que a pesar de su pequeñez, ofrece, como una miniatura, los rasgos característicos de los leones ibéricos de piedra, inclusive la punta de flecha que representa al tabique nasal en dos de los ejemplares de La Guardia. Tales indicios no bastan, naturalmente, para sacar conclusiones sobre el origen de la escultura ibérica meridional, pero abren posibilidades interesantes de encajar estas manifestaciones en un cuadro coherente y satisfactorio por su lógica.

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