domingo, 11 de octubre de 2015

LA CRUZ ROQUERA

LA CRUZ ROQUERA


Sobre la conquista de Jaén por el rey Fernando III y el origen de la cruz que domina el paisaje en el punto mas escarpado, José Chamorro Lozano, en el trabajo titulado “El castillo y las murallas de Jaén” (1974), nos cuenta la historia.




Aun sin ser este un asunto de nuestro pueblo, lo transcribo aquí a modo de curiosidad y por ser este un tema comentado en más de una ocasión y ser varias las versiones que circulan, eso sin contar que todos, en alguna ocasión, hemos visitado ese lugar. Además la relación entre Jaén y La Guardia con Fernando III es algo incuestionable y no se puede contar la historia de una sin la otra:


“En la peña más alta y bravía del escarpado cerro que domina Jaén cuenta la tradición que al conquistarse la ciudad y entrar en ella las huestes del rey San Fernando, el jefe de las tropas cristianas que ocuparon el Castillo, hincó su espada como signo de posesión en el lugar donde hoy se levanta la cruz. La espada era a manera de cruz pequeña formada verticalmente por el pomo, la empuñadura y la hoja, y horizontalmente por el travesaño de la guarnición. Enterado el rey Fernando III de aquella acción, alabóla y decidió que fuese construida una cruz grande de madera que sustituyese a la espada clavada por el capitán de sus tropas y desde entonces todos los hijos de esta tierra hemos visto erguido el signo evidente. 


“La silueta de la Cruz es algo sustantivo en el entorno de la ciudad. Y esta cruz es parte importantísima e inseparable del Castillo. A ella conduce un sendero bien cuidado que permite un fácil acceso.


“La tradición de esta cruz es bonita y el rey San Fernando quiso que se perpetuara el signo cristiano y para ello encargó a las monjitas del convento de franciscanas Clarisas, “convento real”, de reponer la cruz cuando los efectos de temporales y otras causas se abatieran. Esta tradición de custodia se mantuvo hasta mediados del siglo pasado en que un día cayó la cruz y no fue repuesta; entonces se ofrecieron muchos vecinos para reparar este daño a nuestra tradición y el prelado de la diócesis transmitió el privilegio de sustituir a las franciscanas Clarisas en la misión de velar porque en el Castillo de Jaén no faltara la cruz, a don Juan José Balguerías Brunet, privilegio que con toda diligencia ha sido honrado con una fiel constancia por sus descendientes.


Últimamente expresada en una cruz de cemento armado, bien cimentada que es la que actualmente emerge, costeada por doña Dolores Balguerías.


Al pie de la cruz está grabado, en la misma roca, un soneto del poeta giennense Antonio Almendros Aguilar. Este soneto adquirió gran fama y llegó hasta el Pontífice León XIII que lo tenia grabado sobre un pisapapeles de oro de su mesa de trabajo. Dice así:

                       

Muere Jesús del Gólgota en la cumbre
con amor perdonando al que hería,
siente deshecho el corazón María
del dolor en la inmensa pesadumbre.

Se aleja con pavor muchedumbre
cumplida ya la santa profecía,
tiembla la tierra, el luminar del día
cegado a tanto horror, pierde su lumbre.

Se abren las tumbas, se desgarra el velo
y a impulsos del amor, grande y fecundo,
parece estar la cruz, signo de duelo
cerrando, augusta con el pie en lo profundo,
con la excelsa cabeza abriendo al cielo
y con los brazos abarcando al mundo.


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