viernes, 25 de septiembre de 2015

Obispo don Gonzalo

Gonzalo de Estúñiga y Leyva, al. Stúñiga, al. Stunica, al. Zúñiga, (Valladolid, 1390? - Granada, 24 de marzo de 1457) eclesiástico castellano, murió martirizado. Obispo de Plasencia, (1415-1422) y obispo de Jaén, (1422-1456), luchó en la guerra de Granada, obispo muy cristiano, valiente y fogoso, sus hazañas según cuentan los romances de su época, su mayor pasión fue el guerrear contra los moros, miembro de la casa de Zúñiga.


Hijo de Diego López de Zúñiga y de su esposa Juana García de Leiva. Su padre fue co-regente de Castilla, miembro del consejo del regente durante la minoría del rey Juan II de Castilla, justicia mayor y alguacil mayor de Castilla, I señor de Béjar, Monterrey, Baides, Bañares, Zúñiga, Mendavía y otras villas más, y su madre era señora de Villabaquerín, hija de Sancho Martínez de Leiva, llamado "Brazo de Hierro", señor de Leiva, vasallo del rey de Castilla y del rey de Inglaterra, y de su esposa la princesa Isabel, hija del rey Eduardo III de Inglaterra



Gonzalo fue nombrado obispo de la Diócesis de Jaén en 1422. En Jaén tuvo una hueste de valientes guerreros, que junto con la del Adelantado de la Frontera de Jaén, Diego Gómez de Ribera, vencieron a los moros en la refriega de la Colomera en 1423, y juntos defendieron la frontera de Jaén hasta mayo 1434, mes en que murió el adelantado de un saetazo recibido en el sitio de Alora.  El obispo Gonzalo tomó parte en la campaña de Granada del rey Juan II de Castilla y participó con su hermano Pedro y con sus hijos Diego e Íñigo en la célebre Batalla de la Higueruela librada el 1.º de julio de 1431. En 1435 participó en una dura batalla contra los granadinos, la tala de cosechas e incendios provocados en Guadix, que se cita como victoria de las huestes cristianas. En ésta le mataron el caballo, "é quedó a pie con la espada en la mano, peleando e yendo adelante entre los moros, fasta tanto que fueron vencidos", dice la crónica. 

Sus hazañas fueron muy conocidas en su tiempo y su persona fue cantada por los juglares en romances, como aquél:



«Ay mi Dios, que bien parece el Obispo Don Gonçalo,

armado de todas armas hasta los pies del caballo»


En un encuentro con el ejército moro en la frontera  de Jaén, en La Cerradura, muy cerca de La Guardia, el 13 de marzo de 1456 fue hecho prisionero, llevado a Granada y encarcelado. Otorgó testamento el 7 de noviembre de 1456 y obtuvo bula del papa Eugenio IV. En su cautiverio le dieron violento fin el 24 de marzo de 1457.  Su persona y hazañas fueron tan conocidas en su tiempo, que inspiraron a los juglares en sus romances y cantares, como lo relata el otro romance:

Un día de San Antón,
ese día señalado,
se salían de Jaén
cuatrocientos hijosdalgo.

Las señas que ellos llevaban
es pendón, rabo de gallo;
por capitán se lo llevan
al obispo don Gonzalo.

Armado de todas armas,
encima de un buen caballo;
íbase para la Guarda,
ese castillo nombrado.

Sáleselo a recibir
don Rodrigo, ese hijodalgo.

-Por Dios os ruego, el Obispo,
que no pasedes el vado,
porque los moros son muchos
que a la Guarda habían llegado:
muerto me han tres caballeros,
de que mucho me ha pesado.

El uno era mi primo,
y el otro era mi hermano,
y el otro era un paje mío,
que en mi casa se ha criado.

Demos la vuelta, señores,
demos la vuelta a enterrarlos;
haremos a Dios servicio
y honraremos los cristianos.

Ellos estando en aquesto,
llegó don Diego de Haro:

-Adelante, caballeros,
que me llevan el ganado;
si de algún villano fuera
ya lo hubiérades quitado,
empero, alguno está aquí
a quien place de mi daño.

No cumple decir quién es,
que es el del roquete blanco.

El obispo, que lo oyera,
dio de espuelas al caballo.

El caballo era ligero
y saltado había un vallado,
mas al salir de una cuesta,
a la asomada de un llano,
vido mucha adarga blanca,
mucho albornoz colorado
y muchos hierros de lanzas
que relucen en el campo.

Metido se había por ellos
como león denodado;
de tres batallas de moros
las dos ha desbaratado,
mediante la buena ayuda
que en los suyos ha hallado;
aunque algunos de ellos mueren,
eterna fama han ganado.

Todos pasan adelante,
ninguno atrás se ha quedado;
siguiendo a su capitán,
el cobarde es esforzado.

Honra los cristianos ganan,
los moros pierden el campo:
diez moros pierden la vida
por la muerte de un cristiano;
si alguno de ellos escapa,
es por uña de caballo.

Por su mucha valentía
toda la presa han cobrado.

Así, con esta victoria
como señores del campo,
se vuelven para Jaén
con la honra que han ganado.


Escudo del obispo don Gonzalo





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