lunes, 7 de septiembre de 2015

Torre ibero-romana

El yacimiento se localiza en un cerro aislado entre los términos municipales de La Guardia y Jaén, junto al kilómetro 341,5 de la Carretera Nacional 323, en la margen izquierda de la misma.


El Cerro de La Horca forma parte de una antigua planicie fluvial de la margen derecha del río Guadalbullón, excavada por el curso actual del río.

El yacimiento se localiza en el entorno inmediato de la urbanización "Complejo Residencial Los Jardines de la Yuca".



En 1987, se realizó en él una excavación de urgencia, ante la inminente construcción de dicha urbanización.
Por mitad de la cumbre del cerro pasa el límite entre los términos municipales de La Guardia y Jaén.
En el yacimiento pueden distinguirse claramente dos fases de ocupación, una de época prehistórica, concretamente de la 1a mitad del II Milenio a. de C., y otra adscribible al período íbero-romano (siglos I-II d. de C.)
La ocupación prehistórica del Cerro de la Horca se circunscribe a la parte más alta del mismo. Los restos parecen asignables a un pequeño grupo humano perteneciente a las comunidades asentadas en el Piedemonte Subbético, en las que se observa un fuerte arraigo del trogloditismo neolítico, que a comienzos del II Milenio (siglo XIX a. de C., primeras fases de la Edad del Bronce) van a instalarse en los fértiles suelos próximos al Subbético, con clara vocación agrícola.
La fundación de esta aldea parece paralela a la de Cazalilla y a la del Cortijo de la Torre, así como a la gran reordenación de los sistemas defensivos de Albalate (Fase VI).



Su asentamiento en una zona de altura, alejada relativamente del Valle del Río Guadalbullón y enclavada en un potente Domo que permite la planificación de una estrategia de control visual y fácil defensa, puede ser reflejo del conflicto entre estos grupos y los de la Campiña, advirtiéndose por tanto una frontera natural, cuyo límite sería el Guadalbullón.

La cultura material del asentamiento (hoces, azuelas de piedra pulimentada, molinos barquiformes, cerámicas a mano con decoración incisa, etc.) indican la orientación agrícola de estas comunidades, completada con una importante cabaña ganadera de ovicápridos, que se reitera a lo largo de las superposiciones de cuñas cenicientas de la materia orgánica de los alzados de paramentos de deleznables cabañas.
A mediados del II Milenio a. de C. se aprecia en el Cerro de la Horca un profundo cambio en los esquemas constructivos: Por primera vez se usa la piedra, unida a la aparición de nuevas soluciones constructivas.

Así, encontramos una sucesión de alineaciones de muros perpendiculares a las terrazas del Domo, con compartimentaciones interiores, respuestas constructivas y de espacios de habitación que perfilan la llegada de las ideas procedentes del Sureste, que conocemos como Argarización.








Aunque, en este caso, sometidas a un fuerte tamiz aculturador de sus tradiciones materiales y culturales, como se desprende de la continuidad material y la ausencia de esquemas funerarios asociados al hábitat, constantes de estas Formaciones Sociales, en un momento donde la revitalización ocupacional del Guadalbullón parece advertir la existencia de una ruta a lo largo de su curso, abriéndose al mundo granadino, e incidiendo, además, con la crisis política, ocupacional y estratégica de las Campiñas, con la desmantelación de la Frontera.


El interior se organiza en torno a un patio porticado, siguiendo el modelo clásico de la casa romana.



El asentamiento íbero-romano del Cerro de la Horca se encuentra en una cota inferior al anterior. Básicamente se trata de una Turris ibérica con perduración en época romana y de planta rectangular, con construcciones anexas. La forma y disposición de los muros, su técnica constructiva y la ubicación en un lugar de fácil defensa, son los factores que hacen pensar en un yacimiento estratégico.

Aljibe





El agua de lluvia caída sobre la parte cubierta sería conducida a un "impluvium", para que, una vez decantada, pasara a un aljibe de Opus signinum, mortero de cal y cerámica triturada que se usaba para la confección de paramentos impermeables, bien conservado, de 3,8 x 1,3 x 3,5 metros, acabando uno de los lados en semicírculo y revestido de mortero.












Los materiales hallados (sigillata hispánica, cerámica ibérica pintada con motivos geométricos en rojo) proponen una cronología entre finales del siglo I y mediados del siglo II d.C., aunque algunos fragmentos anteriores (sigillata itálica) apuntan a que el lugar pudo ser enrasado en el siglo I para, sobre las estructuras preexistentes, construir las localizadas en la excavación.

Los fragmentos de Terra Sigillata Hispanica pertenecen con toda seguridad al horno de producción de Los Villares de Andújar, fechables por tanto entre los años 60 y 80 d. C.

Texto y fotos de: RedJaen.es


Opus Signinum
"Pavimento o recubrimiento de pared de época romana formado por una mezcla impermeable de cal, arena y fragmentos de cerámica, a veces con decoración de teselas". 

Ésta es la definición de opus signinum, una técnica que los romanos heredaron de los fenicios y que utilizaron para pavimentar calles y vías de comunicación, edificios termales, canalizaciones hidráulicas, y sobre todo para construir el pavimento de sus villas. Un material que en muchos casos se ha conservado hasta nuestros días, gracias a su extrema resistencia.


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