LA TORRE CAMPANARIO. DOCUMENTACIÓN Y ANÁLISIS.
Sobre el proceso constructivo de la torre
campanario si tenemos datos documentales que nos aclaran algunos aspectos del
mismo así como su tracista y ejecutores.
La primera noticia documental –hasta ahora inédita-
se trata de un poder dado en Jaén el 22 de diciembre de 1584 por el maestro de
cantería Francisco del Castillo “el Mozo, a cuyo cargo estaba “...hazer
una torre de canteria para el campanario / de la iglesia de La Guardia ...”, al
cantero Cristóbal Martínez, vecino de la dicha villa, para que en su nombre “pueda
/ proseguir e acabar la dicha obra e torre de / canteria que asi se a de haçer
en la dicha yglesia / hasta la feneçer como yo la pudiera / façer ...”;
le faculta también para cobrar los maravedís que se fueren pagando de dicha
obra así como lo que se le debía por los herederos de Juan Aguilera, que
escendía a la suma de “...diez y nueve myl e tantos maravedis
qu’el su-/so dicho me resta debiendo por una obligaçion de / maior contia que
contra el tengo...” (Archivo Histórico
Provincial de Jaén. Fondos Protocolos Notariales. Escribano Pedro Ruiz de
Piedrola. Legajo 496, fl. 1151 iº -1151 vº.1584, diciembre, 22. Jaén). A la luz de este interesante documento podemos sacar varias
conclusiones:
1. Aclara de forma precisa que la
obra fue contratada con el afamado arquitecto Francisco del Castillo “El Mozo”
en fecha anterior a la de 1584, pues en el documento se señala que “...de
presente se a de proseguir por mandado del señor provisor de este obispado e /
del señor bisitador en la bisita que hiço...”, lo que demuestra que el
proceso constructivo sufrió una paralización motivada por los retrasos en los
pagos concertados e incluso por el impago de determinadas partidas, como
puntualmente se refiere en el documento al respecto de cobrar de los bienes de
los herederos de Juan Aguilera la suma de 19.000 y más maravedís. Este Juan
Aguilera es el prior de la iglesia con el que Castillo contrató la obra, como
veremos más adelante.
2. Que el
encargado de proseguir la obra en nombre de Castillo es el cantero Cristóbal
Martínez, amigo personal y su aparejador, tal y como ocurrió en las obras de la Iglesia de San Bartolomé
de Torredelcampo, contratadas en un principio con su padre, Francisco del
Castillo “El Viejo”, y traspasadas en él en octubre de 1586; de manera precisa
se hace mención de ello en el testamento de Castillo de 1586: “Yten
digo y declaro que yo tengo a mi cargo la obra de San Bartolome de la Torredelcampo a
tasaçion e por hezerle amistad y buena obra a Cristoval Martinez tuve por bien
de que la hiziera de compania...”.
Tras la muerte de Castillo,
Cristóbal Martínez se mantuvo en la obra de Torredelcampo; por un librillo de
cuentas de fábrica, hasta ahora inédito, conservado en el Archivo Histórico
Diocesano de Jaén y fechado el 14 de febrero de 1594, sabemos que Cristóbal
Martínez –que se le cita como cantero y oficial de Castillo- firmó una carta de
pago el 5 de febrero de 1592 al mayordomo de la fabrica de la iglesia de
Torredelcampo, Juan de Guevara, por los trabajos realizados (Archivo Histórico Diocesano de
Jaén. Sección Pueblos. Torredelcampo. 1594, febrero, 14. Cristóbal Martínez
alcanzó cierto prestigio como maestro de cantería y por ello fue requerida su
opinión para tasar y valorar determinadas obras; como ejemplo señalamos el
aprecio que –junto con el maestro de cantería Martín del Castillo, vecino de
Villanueva de la Reina-
realizó sobre las obras de la sacristía y torre de la iglesia de Santa María de
Arjona en el año 1600):
“Christobal Martinez /
Yten dio en discargo myl reales /
que dio e pago a ChristobalMartinez / cantero ofiçial que fue / del dicho
Françisco del Castillo / que los ubo de aver del al-/cancçe y de la dicha
quenta contenida / en el dicho testimonio de Luis de / Aguilar notario segun lo
declaro / el dicho mayordomo y asi / como pareçe por una çedula / de Lope del
Castillo que queda en poder del dicho / mayordomo mostro carta / de pago del
dicho Christobal Martinez / su fecha a çinco de febrero / del año de noventa e
dos / los cuales declara en ella / aver reçivido doze myl maravedis de la /
viuda de Mirez vezina de Jaen / y doze myl maravedis de Luis de Contre-/ras y
diez myl maravedis de Sal-/vador de Sigura todos vezinos / de Jaen por quenta
del dicho Juan de Guevara mayordomo/”.
La segunda noticia documental –hasta la fecha- en la que
se hace mención a las obras de la torre procede del citado testamento de
Castillo:
“.. Yten declaro que en la villa
de La Guardia
me fue encargada una torre para las campanas de la yglesia mayor della a
tasaçion y el prior... Juan de Aguilera me rogo le diese una carta de pago de
catidad de cinquenta mil maravedis poco mas o menos la qual yo le otorgue... en
confiança ante un escrivano /fol 29v./ publico de Martos que no tengo memoria
quien es y el suso dicho en el tiempo que bibio me pago çiertas partidas y de
ellas se me restan deviendo diez o nueve mil y tantos maravedis los quales sus
herederos no me han querido pagar aunque les he mostrado las conposturas y
cartas de pago hechas del de la dicha escriptura de lo que para en quenta de
los dichos cinquenta mil maravedis poco mas o menos me mando que se cobren de
sus herederos porque no se los perdono porque se me deven bien devidos los
quales recaudos estan en poder de Cristobal Martinez cantero vezino de la Guardia el qual save ser
verdad lo que tengo dicho...”.
Esta declaración testamentaria
nos aporta otros datos al tiempo que corrobora en parte lo ya especificado en
el poder de 1584. Sabemos que la obra fue contratada a tasación, fórmula
contractual asidua en el antiguo Reino de Jaén, con el prior Juan de Aguilera;
por lo que se refiere al coste total de la obra con la documentación que
contamos no es posible saberlo, pero si se especifica que Castillo le firmó al
citado prior una carta de pago de 50.000 maravedís y que éste le entregó
determinadas partidas, pero que aún se le debían alrededor de 10.000 o 9.000 y
más maravedís. Muerto el prior Juan de Aguilera sus herederos estaban obligados
a satisfacer la deuda –ya expresada en el documento de 1584-, pues así debería
de constar en el contrato primero entre ambas partes. Finalmente, Castillo
confía de nuevo en Cristóbal Martínez para que llegado el momento pueda
conseguir que tal deuda sea pagada por los citados herederos. No sabemos más al
respecto. pero quizás nuevos hallazgos documentales puedan en el futuro aclararnos el desenlace final de
todo este interesante asunto, que –por lo demás- no es infrecuente en los
contratos concertados en el Quinientos para la construcción o renovación de
fábricas parroquiales. En cualquier caso, por la documentación descrita, el
proceso constructivo está claro que está manejado por la iglesia, lo que no
impide que la familia de los Messía –señores de la Villa y dueños de la
fortaleza- pudieran aportar fondos a la obra.
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Base del campanario |
Como se ha apuntado, la torre se alza contigua a la
puerta principal de la fortaleza apegada al lienzo interior del recinto de tal
forma que una buena parte de la caña cara al pueblo presenta solo una parte y
además apoya sobre el adarve. Ya en el interior la torre está completa y
fabricada en su totalidad –salvo en la cubierta- en sillería de toba de
excelente ejecución canteril; su traza cuadrangular arranca de un bello basamento
con abultado bocel y queda dividida por medio de una cornisa moldurada en dos
partes bien diferenciadas; la caña y el cuerpo de campanas, éste ligeramente
retranqueado; la caña en su interior, a la que se accede a nivel de suelo por
un hueco adintelado, conserva los vestigios de una primera planta cubierta con
bóveda de medio cañón de yeso y una segunda con bóveda de sillería también de
medio cañón comunicadas con escaleras entre si que permiten el acceso al cuerpo
de campanas y por medio de dos huecos adintelados –con peanas de factura
piramidal- a los adarves; el cuerpo de campanas presenta dobles arquerías de
medio punto en tres de sus lados y una sólo en la cara orientada al interior de
la fortaleza; el conjunto se embellece con dos molduras en forma de listeles
que lo circundan situadas a nivel de la base de los arcos y en el arranque de
los mismos, completándose todo con otra cornisa –de semejante labra a la
primera- sobre la que la apea la cubierta octogonal con cruz de forja y restos
de tejas vidriadas en abanico de varios colores: negro, verde, marrón y blanco;
esta techumbre cobija un apequeña cúpula de ladrillo asentada sobre pechinas de
piedra con la que se cubre el interior del cuerpo de las campanas.
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Estado anterior a la restauración |
Francisco del Castillo “El Mozo” diseñó una bella
torre de campanas para la iglesia mayor de La Guardia siguiendo un
modelo ya desarrollado en el antiguo Reino de Jaén, pues incorpora la forma
prismática de larga tradición bajomedieval (ejemplos de esta tradición
arquitectónica se pueden contemplar en las parroquiales ubetenses de San Millán
y San Nicolás. En Baeza en la hermosa torre de El Salvador y en Alcalá la Real en la torre de Santo
Domingo); se aleja Castillo del otro modelo utilizado a fines del Quinientos
compuesto por dos cuerpos: el primero, cuadrado y el segundo octogonal,
destinado a las campanas, con esquinas achaflanadas decoradas con jarrones;
tampoco se deja cautivar por las torres poligonales –de clara influencia
militar- como las de las parroquiales de Bailén, Baños de la Encina y Linares. Quizá la
vinculación de la torre de La
Guardia con las formas prismáticas tardogóticas –mantenidas
durante buena parte de la centuria siguiente- se deba a la preexistencia de una
fábrica anterior, ahora rehecha en su totalidad pero guardando su original
planta cuadrangular. En cualquier caso, en esta torre Francisco del Castillo
cuida especialmente la ejecución del cuerpo de campanas a base de pronunciadas
cornisas que señalan tanto el final de la caña como el remate de la fábrica a
nivel del tejado, así como en la incorporación de los listeles que atan y
rodean los arranques y las bases de los arcos; estas cornisas, listeles y otros
elementos de traza renacentista arropan y envuelven de manera proporcionada una
estructura arquitectónica que nos recuerda la tipología de una torre campanario
con evidentes resabios del pasado bajomedieval
(Francisco del Castillo trabajó
y trazó otras torres para parroquiales, destacando entre todas ellas las de
Santa Marta de Martos y la de la
Navidad de Jamilena). Tampoco Castillo escapa a la tradición
giennense de cubrir los ocho paños del tejado con piezas vidriadas de colores
de clara influencia islámica, cuya aplicación es constatable alo largo del
Quinientos y en las centurias siguientes tanto en edificios civiles como
religiosos. Por los restos cerámicos aún mantenidos en el chapitel podemos
señalar su relación con los originales conservados en las torres del Hospital
de Santiago de Úbeda( un bello ejemplo de torre parroquial con dobles arcos en
el cuerpo de campanas en dos de sus lados y chapitel cerámico es también la de
San Martín de Arjona, fechable en el último tercio del siglo XVI). Atrás quedan
as hermosas y bellas cresterías góticas o platerescas con las que se remataban
numerosas torres parroquiales durante buena parte del siglo XV y primera mitad
del siglo XVI.
(LA TORRE CAMPANARIO DE LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LA GUARDIA DE JAÉN, OBRA DE FRANCISCO DEL CASTILLO “EL MOZO”
Miguel Ruiz Calvente. SUMUNTÁN Nº 23 (2006); P. 271-280)